La flora bacteriana intestinal, actualmente denominada Microbiota, la cual está formada por el conjunto de bacterias que viven a lo largo de todo nuestro intestino así como en distintos tejidos orgánicos, tales
como, la piel el tracto gastro-intestinal y el genito-urirnario, entre
otros, la mayor parte se encuentra en el intestino grueso.
Se estima que el número de especies bacterianas diferentes que
encontramos en la piel es de 180, aproximadamente 700 en la boca y más
de mil especies diferentes en el tracto gastrointestinal, constituyendo
esta última la principal vía de entrada de microorganismos al interior
del cuerpo humano.
El ecosistema intestinal, constituido por la microbiota, la mucosa y el
sistema inmunitario intestinales, representa, pues, la base para el
mantenimiento de un buen estado de salud al ejercer un “efecto barrera”
contra los agentes patógenos.
La microbiota intestinal ejerce funciones indispensables para nosotros.
Desde el primer momento del nacimiento, colabora en el desarrollo del
sistema inmunitario adaptativo al mismo tiempo que ejerce una función
defensiva de barrera que evita que bacterias y virus patógenos se
adhieran a la mucosa y puedan causar enfermedades. I
La microbiota intestinal es única y exclusiva para cada individuo así
como estable en el transcurso del tiempo. Esto significa que este
“microcosmos interno” viene a ser una especie de documento de
identificación propio, que se mantendrá conservado desde el
nacimiento hasta la edad adulta.
Es de destacar que durante el periodo “in útero”y en el momento de nacer
el tracto digestivo es estéril, es decir, no está aún poblado de
microorganismos.
La flora bacteriana se irá formando poco a poco; en
primer lugar se compone a partir del contacto con la flora vaginal de la
madre en el momento del parto y después con la lactancia, ya sea con
leche materna o leche maternizada (los efectos serán distintos),
posteriormente la alimentación determinará la divesificación cualitativa
gradual de la flora hasta los 4 años para establecerse finalmente la
microbiota propia del individuo.
El mantenimiento de una microbiota sana y en buen estado, que se
reflejará en nuestra resistencia a las enfermedades.
Si bien se trata de un ecosistema complejo
y equilibrado resulta fácilmente susceptible ya que puede verse
afectado por distintos factores, como son las infecciones digestivas, el
estrés dado el ritmo de vida al que estamos sometidos, la ingesta de antibióticos y las
intolerancias alimenticias.
Es por ello que resulta de vital
importancia y ayuda, una dieta rica en fibra, que incluya cereales integrales,
verduras y fruta.
Esto subministrará el alimento indispensable a
determinadas bacterias intestinales mientras que excederse con las
proteínas favorecerá que se desarrollen microorganismos de putrefacción.
Es también importante comer pausadamente y en un ambiente de
tranquilidad, tomándose el tiempo de masticar los alimentos, evitar el
estreñimiento y ocasionalmente suplementar con probióticos o
prebióticos, según el caso.
La OMS define a los alimentos probióticos como "aquellos alimentos que
contienen microorganismos vivos que administrados en cantidades
adecuadas producen beneficios para el huésped". Estos alimentos serían
los yogures frescos y otras leches fermentadas.
Una microbiota intestinal estable y equilibrada es una garantía de salud, bacterias que hay que cuidar.
Dra. Alma Villarreal Navarrete.
sábado, 11 de agosto de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)