Este síndrome se caracteriza principalmente porque afecta las actitudes, modales y el comportamiento general.
Los más vulnerables a padecer el síndrome son aquellos profesionales de la Salud y sanitarios como los nutriólogos, médicos, enfermeras/os, psicólogas/os, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, terapeutas familiares y consejeros matrimoniales, así como también personal administrativo y docente no escapando por cierto otros profesionales como deportistas de élite, teleoperadores, personal de las fuerzas armadas y en general, en diversos trabajos domésticos de los que actualmente, se observa un creciente interés por analizar.
Respecto al género, diversas investigaciones apuntan a que las mujeres son las que presentan mayor prevalencia que los hombres.
Lo principal es un fuerte sentimiento de impotencia, ya que desde el momento de levantarse ya se siente cansado. El trabajo no tiene fin y, a pesar de que se hace todo para cumplir con los compromisos, el trabajo nunca se termina.
Entre los síntomas que lo caracterizan, se puede experimentar astenia, falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física y agitación al mismo tiempo (tics nerviosos, temblor de manos); palpitaciones; taquicardia y pinchazos en el pecho; aumento de la tensión arterial; dolores musculares, sobre todo en la zona lumbar; cefaleas; problemas digestivos; trastornos del sueño e inapetencia sexual.
Estos síntomas terminan invadiendo la vida social y familiar del afectado, que opta por aislarse y quedarse solo.
Una sentencia del Tribunal Supremo en el
año 2000 reconoció este síndrome como una
dolencia psíquica causante de periodos de incapacidad
temporal y como accidente laboral.
Se ha considerado que esta patología
debe darse a conocer para que no se extienda como una epidemia
por todos los centros de trabajo. El desconocimiento y su
negación fomentan que se padezca y, por ello, es
fundamental dar a conocer medidas preventivas, sus tipos, fases y
los recursos legales de los que se disponen para hacerle
frente.
Un Diagnóstico precoz, la terapia
médica y psicológica, cambios en la calidad de vida, en su alimentaciòn y la distribución del tiempo de
sueño- trabajo- esparcimiento, permiten revertir muchos
cuadros.