En condiciones normales, el cerebro humano consume el 20% del oxígeno que necesita nuestro cuerpo para funcionar.
Y ese funcionamiento exige un 25% de la glucosa total que precisamos a diario.
Pero no sólo de glucosa y oxígeno vive el cerebro.
También necesita múltiples nutrientes y minerales para el mantenimiento de sus funciones cotidianas.
Se percibe cada vez con mayor nitidez cómo una dieta adecuada, o incluso reforzada con determinados compuestos, contribuye a mantener las capacidades cognitivas o a frenar la aparición o el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
El mecanismo de acción del cerebro se fundamenta en la capacidad de transmisión de señales eléctricas entre dos neuronas.
O mejor, entre los millones de células nerviosas que se alojan en sus distintas capas.
Esa capacidad, tal y como se ha visto en los últimos años, puede medirse en forma de pulsos eléctricos y también en forma de demanda de energía.
La tendencia actual consiste en investigar reguladores de energía para incorporarlos en alimentos nutricionalmente aptos como los Complejos vitamínicos, en especial suplementos de vitamina B y C, y vitaminas A, D y E , hierro, magnesio, calcio y fósforo son por ahora los candidatos mejor dispuestos.
En la lista han aparecido también el zinc y el ácido fólico, además de ácidos omega 3 y 6. A estos micronutrientes podría añadírsele en breve otro paquete que mejore la eficacia en el proceso de liberación de energía obtenida de la comida.
Productos no necesariamente para la tercera edad. Las empresas vienen considerando como cliente potencial a niños de corta edad. ¿La razón? El crecimiento y maduración del cerebro en sus primeras etapas exige una demanda de energía mucho mayor que en las personas adultas o de edad avanzada.
Se estima que cerca del 6O% de la demanda energética total del cuerpo procede de este órgano demanda que va decreciendo con los años.
Para los expertos en medicina nutricional, lo que la mayoría de la gente logra intelectual, social y emocionalmente está por debajo de su verdadero potencial, pero una alimentación apropiada puede aumentar su inteligencia, mejorar su estabilidad emocional, reforzar su memoria y mantener joven su mente.
Según estos especialistas, una correcta combinación de nutrientes funciona mejor para las neuronas que los fármacos y carece de sus efectos secundarios, muchas de las enfermedades mentales pueden evitarse, aliviarse o curarse cambiando los hábitos alimenticios y con el apoyo de suplementos nutricionales.
Según estos especialistas, una correcta combinación de nutrientes funciona mejor para las neuronas que los fármacos y carece de sus efectos secundarios, muchas de las enfermedades mentales pueden evitarse, aliviarse o curarse cambiando los hábitos alimenticios y con el apoyo de suplementos nutricionales.
Sólo tiene un cerebro, cuídelo”, señala el psicólogo experimental Patrick Holford, fundador del Instituto para la Nutrición Optima de Estados Unidos y autor del libro “Nutrición óptima para la mente”, en el cual brinda una serie de claves para pensar, recordar y sentirse mejor.
Según el doctor Holford, el modo en que cada uno piensa y siente depende directamente de lo que come, mientras que la mayoría de los problemas psicológicos pueden resolverse o aliviarse ayudando a la terapia psicológica, por medio de una correcta nutrición.
Para el experto, hay cinco tipos de nutrientes que nos mantienen con una salud mental de primera: Combina los alimentos de proteínas con los carbohidratos, ingiriendo cereales y frutas con nueces o semillas, pescado, lentejas, ejotes , tofú (requesón de soya).
Salmón o atún fresco, dos o tres veces a la semana es una buena fuente de ácidos grasos omega-3, al igual que hay que incluir en la dieta fuentes de proteína vegetal.
Hortalizas de semilla, Aceite de oliva extravirgen tanto para aliñar las ensaladas y las verduras.
Huevos preferiblemente de granja orgánicos y altos en ácidos grasos omega-3.8.
Come semillas de calabaza, girasol y sésamo. Las aprovecharás mejor moliéndolas primero y esparciéndolas sobre cereales, sopas y ensaladas.
Minimiza la ingestión de alimentos fritos, productos procesados y grasas saturadas procedentes de la carne y los lácteos.
Con una alimentación adecuada no sólo mejoran nuestro humor, sino refuerzan la mente y optimizan el rendimiento intelectual, además nos protegen frente al declive de la retentiva y el mal de Alzheimer.
La dieta, una vez más, adquiere un valor preventivo.
Dra. Alma Villarreal Navarrete.