Estas fechas tan especiales de fin de año les puedes dar
tantos significados como diversas formas de prepararte para celebrarlas.
Para unos tal vez le recuerda que es en ese tiempo cuando reciben sus
aguinaldos, para otros quizás sean vacaciones; los pequeños de la casa la
relacionan con que no van a la escuela, posadas y regalos, los chavos escolapios y compañeros de trabajo,
piensan en los intercambios y fiesta; y para muchos otros, es la
excelente oportunidad para excederse en bebidas embriagates, convivir con los parientes que estan lejos y que nos visitan ,
olvidarse de la dieta y compartir con ellos una deliciosa cena, para otros también es fecha de melancolía por quienes ya no se encuentran presentes pero que siempre se llevan en nuestro corazón y así como también para otros da lugar a una depresión que puede ser transitoria.
Cualquiera de estas formas es una época en que las actividades aumentan y los gastos también.
Mejor que te parece si juntos hacemos el intento, aunque sea por esta ocasión, de celebrar de una manera diferente: vamos a festejar el nacimiento y la
llegada de Jesús a la tierra, aquel quien representa para muchos
personas el sustento espiritual y en donde desembocamos nuestra fe,
alegrías, tristezas, agradecimientos, peticiones y hasta culpas; alguien
que es fiel representante de la nobleza, la sencillez, sabiduría, el
sacrificio y quien posee en su plenitud el maravilloso don de amar y
perdonar. A Él, por Él y para ÉL es el festejo.
Entremos en nuestro interior, haciendo una pequeña reflexión para ver y hacer las cosas que ralmente nos hagan crecer como personas dejando de lado todo aquello que solamente hace que olvidemos el verdadero sentido de la navidad.
Nos vamos a enfocar también en lo espiritual no solamente lo material.
Por ejemplo la cena entre toda la familia la
podemos ir planeando, conforme nuestras posibilidades y sin derrochar
lo que bien nos puede servir para después; nuevamente algo muy sencillo
pero hecho con mucho amor que es el mejor condimento.
Que tus mejores regalos sean unos brazos fuertes capaces de transmitir afecto y más adentro, desde tu corazón podrás encontrar amor, cariño perdón y comprensión para obsequiar, ten la seguridad de que esos regalos son los más valiosos y que verdaderamente cuentan y hacen el cambio.
Ahora sólo faltaría el moño, que te parece si lo haces de una oración constante y fervorosa por los tuyos y sus familias, para que Jesús los colme de bendiciones.
Desde luego hacer todo esto no es nada fácil, implica un esfuerzo considerable y más si estamos acostumbrados a celebrar la navidad de otra manera, sin embargo vale la pena intentarlo.
Al realizar estos cambios, seguro te enfrentarás ante la actitud negativa de los demás, te tacharán de raro (a), anticuado (a), avaro (a), etc. pero no te preocupes, habrás sembrado una semilla que dará sus frutos.
No debemos esperar a que los demás cambien, empieza por ti mismo, tus mejores galas serán tu disposición y creatividad y verás el cambio a tu arrededor.
Sólo recuerda que en esta ocasión, ya
por el simple hecho de pensar diferente acerca de este gran
acontecimiento; de darle importancia a lo que verdaderamente lo tiene, porque aunque sea por un momento te diste la
oportunidad de que Jesús volviera a nacer en ti y tú en Él.
FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS Y DE FIN DE AÑO.
Les deseo sinceramente a todos nuestros lectores.
Dra. Alma Villarreal Navarrete.
sábado, 22 de noviembre de 2014
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