El 16 de octubre de cada año es el Día Mundial de la Alimentaciòn, proclamado en 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Su finalidad es concientizar a las poblaciones sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
En el Día Mundial de la Alimentación, celebrado por primera vez en 1981, se resalta cada año un tema en el que se centran todas las actividades, este año bajo el lema “Unidos por el Hambre”, el objetivo es promover en todo el mundo la participación de la población en la lucha contra el hambre.
Más de 150 países celebran este evento todos los años, se pretende involucrar a los jóvenes, y con ellos a las universidades, ya que son las generaciones que pueden acabar con la pobreza, y con ello, crear un mundo más justo y digno para todos.
La crisis global está afectando a los grupos que viven en situación de mayor vulnerabilidad: las niñas y niños pequeños, las embarazadas, madres lactantes, los pueblos indígenas y poblaciones afrodescendientes.
En América Latina y el Caribe el número de personas que padecen hambre esta en el orden de los 53 millones, de los cuales 9 millones de niñas y niños menores de 5 años de edad padecen de desnutrición crónica.
La anemia es el problema nutricional más disperso en la región, afectando a 22 millones de niños y niñas en edad preescolar, 33 millones de mujeres en edad reproductiva y a 3.6 mujeres en periodo de lactancia.
El hambre y la desnutrición están afectando el capital humano a través de sus efectos negativos, irreversibles e intergeneracionales sobre el desarrollo físico.
El hambre y la desnutrición están afectando el capital humano a través de sus efectos negativos, irreversibles e intergeneracionales sobre el desarrollo físico.
Se Incrementan la pobreza, limitan la productividad y el desarrollo de los países.
Debemos reflexionar sobre todas estas cifras desvastadotas para un continente cuya capacidad de producir alimentos supera las necesidades energéticas mínimas de todos sus habitantes, pero que cuya distribución de la riqueza es la más desigual del mundo.
Parece muy difícil este problema, pero no es así, menos dinero gastado en armamentos y más inversión para producir alimentos.
Este tema encierra la idea de que el hambre es la manifestación más crítica de la pobreza, de modo que eliminarla es el primer paso para reducir la pobreza y asegurar que haya alimentos para todos.
Dra. Alma Villarreal Navarrete.
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